Ensalada de Fotos

Cada vez que se habla de una ensalada o de una foto, siempre se nos vienen a la mente nuestros ingredientes favoritos. Tomate, lechuga, pimentón, albahaca, aceitunas, orégano, la luz perfecta, la saturación indicada y un poco de contraste.

Algunos la podrían preferir sin pimentón. Algunos la podrían preferir sin aceitunas, a la mayoría, quizá, le encantaría con mucha luz pero hay otros que nunca piden adicional de contrastes. Sin embargo, no importa el adicional, no importa lo que se le inhiba, al final, cada quien elige la ensalada o la foto que más llame su atención de una u otra forma. Así sea exclusivamente por un color o por un ingrediente.

Aún cuando esa ensalada o esa fotografía sea nueva, desconocida, extranjera, muy combinada, muy sola, muy simple, muy compleja o tenga mala reputación, siempre habrá quien quiera saber más sobre ella y, lo mejor de todo, siempre habrá quien quiera hablar sobre el tema, explicar por qué es como es, de donde viene, como surgió y, lo que yo consideraría más importante, cómo, y en dónde, obtenerla y disfrutarla.

Aunque, pensándolo bien, a todos nos gusta la mayoría de fotos y ensaladas, sobre todo si son usuales y aunque contengan un elemento nuevo o desconocido y, en muchos de los casos, este aspecto es el que logra llamar aún más nuestra atención.

Al final de día, lo único que realmente interesa es alimentarnos internamente. Y esto, quién lee, puede interpretarlo como desee. Por supuesto, cada quien elige con qué, cómo y en qué cantidades hacerlo. De todas formas para eso existe la variedad por si no nos gusta lo mismo siempre. De todas formas también existe la cantidad por si nos gusta lo mismo de siempre y eso nos hace querer más. De todas formas todavía existe, dentro de todo el desorden que se encuentra sobre la mesa, la calidad, por si en cualquier momento deseamos mejorar la manera en la que comemos y en la que observamos.






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